martes, 25 de diciembre de 2007

La parabola del Aguila

Erase una un hombre que, mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho. Se lo llevó a su casa y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida de los pollos y a conducirse como estos. Un día, un naturista que pasaba por allí le preguntó al propietario por que razón un águila, el rey de todas la aves y los pájaros, tenía que permanecer encerrada en el corral con los pollos.



Como le he dado la misma comida que a los pollos y le he enseñado a ser pollo, nunca ha aprendido a volar –respondió el propietario-. Se conduce como los pollos, y por lo tanto ya no es un águila.


Sin embargo –insistió el naturalista- tiene corazón de águila, y con toda seguridad se le puede enseñar a volar.
Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar si era posible que el águila volara. El naturalista la cogió en sus brazos suavemente y le dijo: “Tu perteneces al cielo, no a la tierra. Abre las alas y vuela”. El águila, sin embargo, estaba confusa; no sabía que era, y al ver los pollos comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo.
Sin desanimarse, al día siguiente el naturalista llevó al águila al tejado de la casa y le animó diciéndole: “Eres un águila. Abre las alas y vuela”. Pero el águila tenía miedo del mundo desconocido, y saltó una vez más en busca de la comida de los pollos.
El naturalista se levantó temprano al tercer día, sacó el águila del corral la llevó a una montaña. Una vez allí, alzó al rey de las aves y le animo diciendo: “Eres un águila. Eres un águila y perteneces tanto al cielo como a la tierra. Ahora, abre las alas y vuela”. El águila miró alrededor , hacia el corral, y arriba, hacia el cielo. Pero siguió sin volar. Entonces, el naturalista la levantó directamente hacia el sol; el águila empezó a temblar, a abrir lentamente las alas, y finalmente, con un grito triunfante, voló alejándose en el cielo.
Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia; hasta es posible que, de cuando en cuando, vuelva a visitar el corral. Que nadie sepa, el águila nunca ha vuelto a vivir vida de pollo. Siempre fue un águila, pese a que fue mantenida y domesticada como pollo…

Interpretación Hermética del cuento:

El gallinero donde están lo pollos: esta tierra, este mundo en que vivimos hoy día.
Los Pollos: la gente, el homo sapiens
Los dueños del gallinero: Los Señores del Destino.
El Aguila: el filósofo hermético, el estudiante que cree firmemente que es pollo, porque ha vivido toda su vida entre pollos, porque le inculcaron y programaron desde pequeño que era pollo y no águila. Porque, a pesar de que nació águila y “algo” en lo profundo de sí mismo le dice que no es como los demás, la vida de pollo es la única que conoce. Total, el gallinero hay comida, se pasa bien, y después de todo, si esa inmensa cantidad de pollos lleva vida de pollos y muere tranquilamente como pollos, ¿por qué habría de arriesgarme a probar otra cosa?
El Naturista: el maestro que le dice al estudiante: Tu no eres pollo, eres águila y perteneces tanto al cielo como a la tierra. ¡Atrévete, salta al abismo y apodérate del CIELO!

Sin embargo, algunos estudiantes al igual que el águila, tienen miedo de su YO, tienen miedo de su Espíritu Inmortal, no están dispuestos a enfrentar lo desconocido e insisten en quedarse en el gallinero junto a los demás pollos sin desear cambio alguno ni alimentar la esperanza de un destino superior….

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