
Me encanta la sencilla definición de la iluminación dada por
el Buda como “el fin del sufrimiento”. No hay nada sobrehumano en esto,
¿cierto? Por supuesto, como toda definición es incompleta. Sólo dice lo que la
iluminación no es: no es sufrimiento. ¿Pero qué queda cuando ya no hay sufrimiento?
El Buda no habla sobre esto y su silencio implica que usted tiene que
averiguarlo por sí mismo. Usa una definición negativa para que la mente no la
convierta en algo que se deba creer o en un logro sobrehumano, una meta que es
imposible de alcanzar. A pesar de esta preocupación, la mayoría de los budistas
aún cree que la iluminación es para el Buda, no para ellos, al menos no en esta
vida.
¿Que sería entonces el Ser? El ser es la única vida, eterna,
siempre presente, más allá de las miles de formas de vida que están sujetas al
nacimiento y a la muerte. Sin embargo, el Ser no sólo está más allá, sino
también profundamente dentro de cada forma como su esencia más íntimamente
invisible e indestructible. Esto significa que es accesible a usted ahora como
su propio ser más profundo, su verdadera naturaleza. Pero no busque captarlo
con la mente. No trate de entenderlo. Usted puede conocerlo sólo cuando la
mente está inmóvil. Cuando usted está presente,
cuando su atención está completa e intensamente en el Ahora, se pude
sentir el Ser, pero nunca puede ser entendido mentalmente. Recuperar el conciencia del Ser y permanecer
en este estado de “sentimiento-realización” es la iluminación.
¿Cuál es el mayor obstáculo para experimentar esta realidad?
La identificación con su mente, que hace que el pensamiento
se vuelva compulsivo. No ser capaz de dejar de pensar es una calamidad
terrible, pero no nos damos cuenta de ello así que se considera normal. Este
ruido mental incesante nos impide encontrar ese reino de quietud interior que
es inseparable de Ser. También crea un falso ser hecho por la mente que arroja
un sombra de temor y de sufrimiento.
La identificación con su mente crea una pantalla opaca de
conceptos, etiquetas, imágenes, palabras, juicios y definiciones que bloquea
toda relación verdadera. Se interpone entre usted y su propio yo, entre usted y
su prójimo, entre usted y la naturaleza, entre usted y Dios. Es esta pantalla
de pensamiento la que crea la ilusión de la separación, la ilusión de que existe
usted y un “otro” totalmente separado. Entonces olvida el hecho esencial de
que, bajo el nivel de las apariencias físicas y de las formas separadas, usted
en uno con todo lo que es. Con “olvidar” quiero decir que usted ya no puede
sentir esta unidad como un realidad autoevidente. Puede que crea que es verdad,
pero ya no sabe que es verdad. Una creencia puede ser consoladora. Sin embargo
sólo a través de su propia experiencia se vuelve liberadora.
El conocimiento de la libertad es la comprensión de que
usted no es la entidad que lo posee, el que piensa. Saber esto le permite observar
a esa entidad. En el momento en que usted empieza a observar al que piensa, se
activa un nivel más alto de conciencia. Entonces usted comienza a darse cuenta
de que hay un vasto reino de inteligencia más allá del pensamiento, que el
pensamiento es sólo un minúsculo aspecto de esa inteligencia. También se da
cuenta de que todo lo que importa verdaderamente –la belleza, el amor, la
creatividad, la alegría, la paz interior- surgen de un lugar más allá de la
mente. Usted comienza a despertar.
Lo bueno es que usted puede liberarse de su mente. Esa es la única liberación verdadera. Usted puede dar el primer paso ahora mismo. Empiece por oír la voz de su cabeza tan a menudo como pueda. Preste atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo, esos viejos discos que han sonado en su cabeza quizá durante años. Eso es a lo que llamo "observar al que piensa", que es otra forma de decir: escuche la voz de su cabeza, esté allí como si fuese un testigo. Cuando usted estuche esta voz, hágalo imparcialmente. Es decir, no juzgue. No juzgue o condene lo que oye, porque hacerlo significaría que la misma voz ha vuelto a entrar por la puerta trasera. Pronto emperzará a darse cuenta de esto: está la voz y estoy YO escuchándola, observándola. Esta comprensión del Yo Soy, esta sensación de su propia presencia, no es un pensamiento. Surge de más alla de la mente.
Así pues, cuando usted escucha un pensamiento, usted es consciente no sólo del pensamiento, sino de usted mismo como testigo de él. Ha aparecido una nueva dimensión de conciencia. Mientras oye al pensamiento, usted siente una presencia consciente -su ser más profundo- más allá o debajo del pensamiento. El pensamiento entonces pierde su poder sobre usted y rápidamente se calma porque usted ya no le da energía a la mente por medio de la identificación con ella. Este es el comienzo del fin del pensamiento involuntario y compulsivo.
Lo bueno es que usted puede liberarse de su mente. Esa es la única liberación verdadera. Usted puede dar el primer paso ahora mismo. Empiece por oír la voz de su cabeza tan a menudo como pueda. Preste atención especial a cualquier patrón de pensamiento repetitivo, esos viejos discos que han sonado en su cabeza quizá durante años. Eso es a lo que llamo "observar al que piensa", que es otra forma de decir: escuche la voz de su cabeza, esté allí como si fuese un testigo. Cuando usted estuche esta voz, hágalo imparcialmente. Es decir, no juzgue. No juzgue o condene lo que oye, porque hacerlo significaría que la misma voz ha vuelto a entrar por la puerta trasera. Pronto emperzará a darse cuenta de esto: está la voz y estoy YO escuchándola, observándola. Esta comprensión del Yo Soy, esta sensación de su propia presencia, no es un pensamiento. Surge de más alla de la mente.
Así pues, cuando usted escucha un pensamiento, usted es consciente no sólo del pensamiento, sino de usted mismo como testigo de él. Ha aparecido una nueva dimensión de conciencia. Mientras oye al pensamiento, usted siente una presencia consciente -su ser más profundo- más allá o debajo del pensamiento. El pensamiento entonces pierde su poder sobre usted y rápidamente se calma porque usted ya no le da energía a la mente por medio de la identificación con ella. Este es el comienzo del fin del pensamiento involuntario y compulsivo.
ECKHART TOLLE
HOMBRE SOLAR
NOVIEMBRE 2012